A lo que vamos... En esta ocasión, después de varios aplazamientos, reunimos un par de mesas de la biblioteca, ánimo y asistentes suficientes para sentarnos a comentar las impresiones de lectura de esta novela que desde finales de 2016 ha ido escalando hasta los setecientos mil ejemplares, ha sido traducida a más de diez lenguas y ha obtenido los más prestigiosos premios literarios de nuestro país. Digo que hay que reunir ánimo porque, aunque literalmente se devoran, el librino sobrepasa las seiscientas páginas, y digo que hay que hacer acopio de asistentes porque se necesita interés del verdadero para intercambiar con compañeros notas de lectura merendantes (como hubiera dicho Aramburu). Me consta (también) que los lectores de Patria en el instituto han sido numerosos ¿cómo si no se hubiera ascendido hasta esa cifra desorbitada de ventas?; sin embargo, los dispuestos al café, bollo y chocolate hallándonos en esta época tan próxima a la operación biquini y sus estrecheces fuimos estrictamente nueve.
Y a estas alturas ¿quedará alguien que desconozca las líneas generales de la novela? ¿Alguien tan al margen de los mentideros que no disponga casi de un criterio sobre si su oportunidad alcanza el oportunismo? ¿Alguien a quien no le haya dicho alguien que, bah, pseh, pero si se trata de una novela de tesis, una novela a la que se le ven las costuras ideológicas? ¿Alguien que no haya oído hablar de si es maniqueísta y superficial o por el contrario profunda y honesta? ¿Uno que no haya oido en la cola del súper que le sobran tres cuartas partes y media docena de personajes o que yo no le quitaría ni una coma, oye?
Desde luego, abordar los componentes químicos de la nube tóxica que invadió el territorio vasco (penetrante metáfora, profesor Reveriego) no es una novedad en la obra de Aramburu, pues sabemos que resulta un tema predilecto para este donostiarra que ha observado el duro devenir de su patria poniendo distancia desde Alemania, donde vive. Basta reparar en las portadas de Años lentos y Patria, en las que la lluvia cala hasta los huesos; no puede ser casualidad.
Terminamos. Es una constante del club de lectura en general y esta sesión no iba a ser excepción: leemos a solas, sin embargo, una vez reunidos alrededor de este par de mesas, el sentido de la obra se construye o deconstruye en grupo. Así pues, gracias compañeros por compartir vuestras impresiones sobre una obra densa o no, puede que eficazmente construida y elaborada, emotiva en tantas situaciones que no son para tanto, con un perfil tan humano en las aristas de sus personajes tal vez y que expresa con tanta sabiduría la necesidad del alivio ¿tú crees? ético.
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