16 de diciembre de 2014

Un despertar lleno de deseos cumplidos

   Alba Molina, del curso 1º ESO C, ha resultado ganadora del concurso que desde la biblioteca
habíamos propuesto para elegir el texto de la felicitación navideña de nuestro instituto.
   Normalmente estas postales navideñas contienen palabras que resultan un tanto gastadas por el uso: feliz año nuevo, que sea un buen año para ti y tu familia, que la navidad te traiga todo aquello que esperas conseguir y muchos etcéteras con buenos deseos, habitualmente decorados con estrellas, velas, muñecos de nieve, trineos, renos, abetos, alas de ángel...
   En cambio, Alba ha roto con el tópico y nos ha presentado una reelaboración original del célebre microcuento, que dice así:
 Se despertó y todo aquello que deseaba estaba allí
  Enhorabuena, Alba puedes ver felicitación en nuestro crisma navideño, aquí.

1 de diciembre de 2014

Manuel António Pina

  Este poeta portugués (1948-2012) dedicó gran parte de su labor creativa a la literatura para niños y jóvenes; por eso es extraordinario que 2011 la calidad de su obra se reconociera con el mayor galardón de las letras portuguesas: el premio Camoes.
   En las últimas semanas, los alumnos de portugués de 3º de ESO de las profesoras Catarina Lages y Susana Gómez han trabajado en clase traduciendo algunos poemas de este autor que han mostrado en una pequeña exposición en la biblioteca.
    ¡Son poemas excelentes porque conjugan sencillez y profundidad! Este es el caso de Pensar de pernas para o ar, que encontramos recitado en la red y cuya lectura puedes seguir al tiempo que lo escuchas: 

Pensar de pernas para o ar                                
Pensar patas arriba
é uma grande maneira de pensar                      
es una gran manera de pensar
com toda a gente a pensar como toda a gente   
con todo el mundo pensando igual que todo el mundo
ninguém pensava nada diferente                                      
nadie iba a pensar nada diferente

Que bom é pensar em outras coisas                                 
Qué bueno es pensar en otras cosas
e olhar para as coisas noutra posição                               
y mirar las cosas desde otra postura
as coisas sérias que cómicas que são                                
ya sean cosas serias o cómicas
com o céu para baixo e para cima o chão                         
con el cielo bajo los pies y el suelo arriba







Ángel

Ángel Campos Pámpano. Una personalidad imprescindible en la cultura extremeña de las últimas décadas. Imprescindible por su dedicación a esta tierra; imprescindible por sus ideas, siempre constructivas; imprescindible por sus numerosos proyectos, siempre integradores; por mostrar el camino de la cercanía con Portugal; por el recuerdo imborrable que ha dejado en sus alumnos; por su bonhomía; por la exigencia que se impuso como poeta.

Casi de repente, Ángel nos dejó un 25 de noviembre de 2008 y algunos, muchos de nosotros necesitamos recordarlo constantemente porque nos parecería que de este modo sigue aquí, aún con nosotros.

Vamos a dedicarle este reportaje, que consiste en una selección y recopilación de documentos esparcidos por la red que traemos hasta este blog; vamos a acercar la figura de este poeta y profesor extremeño para mostrar con ello tantos motivos por los que necesitamos recordarlo y para que quienes no lo conocieron puedan tenerlo cercano.

19 de noviembre de 2014

Poesía en esta esquina del jueves

    Se abre paso una nueva sección en el blog de la biblioteca del Zurbarán. Vamos a recoger en esta esquina del jueves la selección de poemas que semanalmente iremos colocando en un cuadro, situado en la escalera de acceso a la segunda planta.
      Nuestra idea es desgranar poemas de autores clásicos y actuales que nos sacudan por su contenido, por su perfección formal, por ser inquietantes, reflexivos, divertidos, serios, profundos, superficiales, misteriosos o claros, cercanos a lo que importa o lejanos de todo ello. Admitimos sugerencias, que recogerán los profesores de biblioteca.
     Comenzamos con un poema de Roger Wolfe, poeta actual nacido en Gran Bretaña, que escribe en castellano poemas desgarrados, provocadores, fuertes... Con un estilo que se ha denominado realismo sucio por su crudeza, por su lenguaje directo y, al menos aparentemente, alejado de la retórica de la poesía convencional.
     Lo tienes en la pestaña correspondiente del blog. Te esperamos los jueves en las escaleras y aquí mismo, en esta esquina de la biblioteca.

23 de octubre de 2014

Estamos de vuelta

      El blog de la biblioteca del Zurbarán reinicia su andadura. Durante primeras semanas de curso, el equipo de biblioteca, responsable de su mantenimiento, se ha estado organizando. ¡Ya estamos de vuelta!
     Y comenzamos recordando las normas de uso de la biblioteca con esta interesante presentación de Fernando Díaz Cantero, alumno de 3ºA. Fíjate en cómo ha conseguido el ingenioso y oportuno efecto pizarra.
         Por si no conocieras el programa de presentaciones Prezi y quisieras trastear un poco para aprender a manejarlo, accedes a través del enlace. ¡Te va a resultar sorprendente!




29 de junio de 2014

La niña de los cabellos blancos

     Miembro de la Real Academia de la Lengua y Premio Cervantes en 2010, se nos acaba de ir Ana María Matute, la abuela sabia de la literatura española, la niña rescatada de una realidad de penuria por la literatura y la fantasía.
     Los manuales de literatura la sitúan como una de las escritoras centrales de la denominada Generación realista de los años 50 y 60; un grupo al que también se conoce, de un modo más expresivo, como la de Los niños de la guerra; criaturas que no solo padecieron el horror de la contienda civil, sino que crecieron y se hicieron personas en un país de penurias. Ana María Matute escribió, naturalmente, al modo realista que era propio de su tiempo, y sin embargo con tanta capacidad de fabulación, con tanta fantasía... 
     Sus novelas y cuentos de la estética realista están recorridos por el patetismo y la piedad hacia sus personajes; seres que en tantas ocasiones pretenden transfigurar una vida pobre, humilde, limitada, como en el caso de Ivo en El árbol de oro, un cuento que seguramente representa bien sus modos narrativos.
Mapa del reino de Olar
    Etiquetada siempre como realista, esta abuela de las mil y una historias, debió de sentir una satisfacción plena al concluir en 1996 la obra que confesaba haber gestado en su imaginación desde niña: Olvidado rey Gudú. Una novela con ambientación de cuento de hadas que transcurre en el reino legendario de Olar, en el que nace el rey Gudú con un trágico designio que debe cumplir.
     Para terminar, tres referencias para conocer mejor a Ana María Matute:
         Me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia o con alguna de las criaturas que pueblan mis libros, por favor, ¡créanselas! Créanselas... Porque me las he inventado...

   Palabras finales de su discurso de agradecimiento en la recogida del Premio Cervantes.

17 de junio de 2014

Abierto por vacaciones: libros para el verano

    Largos días de verano ociosos; incluso hay ratos en que uno llega a estar aburrido de pura inactividad. Leer puede convertirse entonces en una opción entretenida y placentera; mucho más sin tener que hacerlo a contrarreloj o para una fecha fija, como durante el curso. Por el gusto de disfrutar de una obra bien escrita e interesante.
     Así que, antes de abandonar el instituto por vacaciones acércate por la biblioteca para hacerte con hasta tres ejemplares en préstamo. Podrás leerlos durante el verano y devolverlos en septiembre, a comienzos del próximo curso.
     Quizá la historia de Antonio José Bolivar Proaño te anime a leer. Un viejo que ha tenido una vida extensa y en la aldea remota de la selva amazónica donde vive descubre por casualidad que no se había olvidado de leer: ¡Leer, el mejor antídoto contra el aburrimiento! Haciendo clic en el título accedes a un pasaje de esta novela, que han leído algunos grupos de 1º de Bachillerato durante este curso: Un viejo que leía novelas de amor


10 de mayo de 2014

Club de lectura de profesores: "Años lentos"


         A finales de la década de los sesenta, el protagonista, un niño de ocho años, se va a vivir con sus tíos a San Sebastián. Allí es testigo de cómo transcurren los días en la familia y el barrio: su tío Vicente, de carácter débil, reparte su vida entre la fábrica y la taberna, y es su tía Maripuy, mujer de fuerte personalidad pero sometida a las convenciones sociales y religiosas de la época, quien en realidad gobierna la familia; su prima Mari Nieves vive obsesionada por los chicos, y el hosco y taciturno primo Julen es adoctrinado por el cura de la parroquia para acabar enrolado en una incipiente ETA. El destino de todos ellos es el de tantos personajes secundarios de la Historia, arrinconados entre la necesidad y la ignorancia. Alternando las memorias del protagonista con los apuntes del escritor, Años lentos ofrece además una brillante reflexión sobre cómo la vida se destila en una novela, cómo se trasvasa el recuerdo sentimental en memoria colectiva, mientras deja ver un fondo turbio de culpa en la historia reciente del País Vasco.


      Uno de los comentarios más estimulantes tras una reunión de un club de lectores es el de que la obra en cuestión ha ido ganando a medida que los participantes van aportando sus impresiones. 
      Por lo general, un lector se enfrenta al libro solo; en el sofá de casa, en la terraza de un café, en la biblioteca, en autobús o en tren... Y tal vez  por sí mismo no consigue adentrarse en el relato, por innumerables razones que se encuentran en las páginas -el tema no llega a interesar, por ejemplo- pero también fuera de ellas, como es tener la cabeza puesta en otro sitio. Sin embargo, basta poner el libro en la conversación del club de lectores y parece que los elementos de la trama cobrasen un nuevo sentido, un sentido que hasta entonces parecía impenetrable o había pasado desapercibido. 
       Estos antecedentes parecen apropiados para resumir la segunda sesión del club de lectura de profesores del Zurbarán: la novela que habíamos elegido, como si fuera un bizcocho esponjándose dentro del horno, fue creciendo con las aportaciones de los participantes (atinadas, sugerentes...), alcanzaron la temperatura adecuada, y (¡Umm...!) aquello quedó apetitoso. 
    Así pues, el rato que pasamos cocinando los ingredientes del relato resultó ameno e interesante: las situaciones de la familia y el barrio donostiarra, los recuerdos de finales de los sesenta en nuestras propias vivencias de la Extremadura rural, las motivaciones y evolución de personajes como Julen y su familia y don Victoriano en los inicios de la banda terrorista, la mirada del niño sobre el mundo a veces incomprensible de estos adultos, la construcción narrativa en dos planos: los recuerdos de infancia y los apuntes en borrador del autor, las referencias al Lazarillo y demás... Estoy aludiendo a elementos de la esta obra que nos traíamos entre manos: Años lentos, de Fernando Aramburu. 
       Ofreciendo algunas claves sobre su novela, el autor ha subrayado en alguna entrevista la importancia de reconocer la culpa y ofrecer perdón. Así aparece en sus párrafos finales, que presentan la enfermedad moral de aquella sociedad y la necesidad de reparar el daño y la culpa mediante el perdón. 
      Transcribimos unas líneas de los recuerdos del propio autor cuando recuerda el momento en que se encuentra con uno de los personajes.

      Apunte 38 


          Un recuerdo personal que no debería faltar en la novela a menos que no la escriba. Soy adolescente y viajo en el autobús. Los trolebuses puede que ya los hubieran suprimido. 
       Cristales empañados, aire saturado de humo (entonces se fumaba en los medios públicos de transporte), muchedumbre de pasajeros. Fuera llueve o ha llovido. En cualquier caso guardo el recuerdo del cielo nublado y las aceras mojadas. Vuelvo a casa con mi bolsa de deportes del entrenamiento de fútbol en la playa. En el barrio de El Antiguo, frente a cervezas El León, se monta Visentico. Chapela, camisa de cuadros, jersey a la espalda con las mangas anudadas sobre el pecho, mondadientes en la boca. Siento nada más verlo una aversión invencible. No me ha hecho nada. ¿A quién iba a hacer nada malo aquel obrero bondadoso e inculto? Se dice, se cuenta, se murmura. Me han contagiado el odio que le profesa a él y a su familia mucha gente en el barrio por causa del hijo supuestamente colaborador de la policía. Me ve, me saluda. En lugar de corresponder a su saludo le clavo una mirada de fuego. Comprende. Sin decir nada vuelve la cara hacia otro lado. De entonces acá han transcurrido cuarenta años. Me gustaría pedirle perdón, pero no vive. Así y todo me gustaría pedírselo y además públicamente, y ya solo por dicho motivo debería escribir la novela.


     Y para terminar, unas referencias con información complementaria sobre Años lentos para el curioso lector en dos entrevistas del autor: la primera en el club de lectura de la cadena SER y esta del programa Forum, en la televisión vasca:


Compañeros lectores del club: ha sido un placer, un rato inolvidable. Nos vemos comentando la próxima en junio: El curioso incidente del perro a medianoche.

25 de abril de 2014

Gabriel García Márquez, ¡Hasta siempre!


   En estos días despedimos a un novelista excepcional, que obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1982: el colombiano Gabriel García Márquez. Macondo es el pueblo imaginario en que García Márquez ambienta varias de sus obras, entre ellas Cien años de soledad. Este es el comienzo sorprendente de esta novela mítica.


    Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.» José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.» Pero José Arcadio Buendía no creía en aquel tiempo en la honradez de los gitanos, así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados. Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo.
La edición de nuestra biblioteca
«Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa», replicó su marido. Durante varios meses se empeñó en demostrar el acierto de sus conjeturas. Exploró palmo a palmo la región, inclusive el fondo del río, arrastrando los dos lingotes de hierro y recitando en voz alta el conjuro de Melquíades. Lo único que logró desenterrar fue una armadura del siglo xv con todas sus partes soldadas por un cascote de óxido, cuyo interior tenía la resonancia hueca de un enorme calabazo lleno de piedras. Cuando José Arcadio Buendía y los cuatro hombres de su expedición lograron desarticular la armadura, encontraron dentro un esqueleto calcificado que llevaba colgado en el cuello un relicario de cobre con un rizo de mujer.